El camino a la inmunidad de rebaño en Puerto Rico enfrenta múltiples desafíos
Para alcanzar la inmunidad comunitaria o de rebaño contra el COVID-19 en Puerto Rico, el consenso local es que la cantidad de vacunados y sobrevivientes debe representar más del 75% de la población, porcentaje que -bajo el ritmo actual de inoculaciones- se podría alcanzar entre julio y septiembre de este año, coincidieron expertos en salud pública.
Sin embargo, los efectos de la vacuna en la población se deberían percibir desde mucho antes con menos infecciones y decesos. De hecho, las muertes por COVID-19 se han reducido desde inicios de año, a medida que la población más vulnerable al novel coronavirus ha sido inoculada, resaltó Marcos López Casillas, gerente de investigación del Fideicomiso de Salud Pública de Puerto Rico.
Estas proyecciones y la mejoría ya alcanzada, no obstante, están amenazadas por diversos factores, entre ellos, las nuevas variantes del virus que, en semanas recientes, han desatado oleadas de infecciones en múltiples países, como Francia y Alemania.
“Es un tema complejo (el porcentaje de población vacunada para alcanzar inmunidad de rebaño). Se hace más difícil de estimar cuando surgen variantes genómicas y existen diversas vacunas. No hay certeza de una cifra puntual, aunque el consenso científico es que sea mayor de 75% de protección (vacunados o recuperados)”, explicó el epidemiólogo José Becerra.
“Los modelos que se han hecho estiman que debemos tener más del 70% o el 75% de la población vacunada para pensar en la inmunidad de rebaño. Ya tenemos un millón con una dosis de la vacuna. Se supone que tenemos que vacunar como a dos millones de personas para pensar en la inmunidad de rebaño. Lo que se proyecta es que, entre julio, agosto y septiembre, se deben ver los cambios”, dijo, por su parte, López Casillas.
El ayudante general de la Guardia Nacional, José Reyes, ya había calculado que los esfuerzos de vacunación podrían llegar a más del 80% de la población para el 31 de agosto, logrando así la inmunidad comunitaria, como la que ya se buscó en las islas municipio de Vieques y Culebra.
La inmunidad de rebaño es, en esencia, la protección que se genera en una comunidad o jurisdicción contra una enfermedad cuando hay suficientes personas con anticuerpos, ya sea porque sobrevivieron una infección o porque fueron vacunados. Esta protección es particularmente importante para la porción de la población que, por alguna razón, no puede ser inoculada puesto que, en teoría, es poco probable que sus compueblanos les transmitan la enfermedad, ya que ellos tienen inmunidad.
Hay múltiples factores que pueden incidir en la rapidez con que la población puertorriqueña alcance la inmunidad de rebaño. Las principales amenazas incluyen la facilidad con que el virus se transmite, la efectividad de las vacunas disponibles y las mutaciones que genere el virus.
El primer gran obstáculo
Los científicos calculan el porcentaje de la población que se necesita vacunar para lograr la inmunidad colectiva usando como punto de partida los niveles de transmisión de la enfermedad. El principio es simple: a mayor facilidad de propagación, más personas vacunadas o curadas del virus se necesitan para alcanzar la protección comunitaria.
Una persona contagiada con sarampión, por ejemplo, puede infectar a entre 12 y 18 personas, explicó López Casillas. Ese nivel de propagación hizo que se necesitara inocular al 95% de la población para alcanzar la inmunidad de rebaño. En el caso del polio, el número de reproducción figura entre cinco y siete contagios por cada infectado, por lo que para alcanzar una protección comunitaria se necesitó inmunidad en el 80% de la población.
En el caso del COVID-19, se estima que una persona infectada puede contagiar a entre dos y tres más. Este indicador, sin embargo, varía un poco entre países y comunidades. Por ejemplo, algunos estudios proponen que en India el número de reproducción ronda 1.4 y 1.5, mientras que en Reino Unido está por 2.1 y 2.4 y en Estados Unidos figura entre 2.5 y 2.8. Estas diferencias han llevado a que varíe el por ciento de población que se necesita inocular para alcanzar la inmunidad comunitaria.
Otro factor que incide significativamente es la efectividad de la vacuna que se administre. El principio es similar al anterior: a medida que la vacuna sea más efectiva, menos porcentaje de la población necesita ser inoculada para alcanzar el objetivo. En este aspecto, los antídotos elaborados por las farmacéuticas Moderna y Pfizer ha mostrado ser los más efectivos en estudios clínicos. La vacuna de elaborada por Janssen, subsidiaria de la empresa Johnson & Johnson, tiene una efectividad menor a las dos anteriores, pero relativamente alta para los estándares asociados a este tipo de antídotos.
El tercer gran factor es el surgimiento de las nuevas variantes del virus. En esencia, las vacunas entrenan a los anticuerpos a reconocer el virus por las proteínas en su superficie. El problema es que, si el virus cambia lo suficiente, la nueva variante del COVID-19 podría ser irreconocible por los anticuerpos generados por la vacuna.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) destacan las variantes identificadas en Reino Unido (B.1.1.7), Sudáfrica (B.1.351) y Brasil (P.1) como versiones del virus que se propagan con mayor facilidad y rapidez. De estas, la variante del Reino Unido está presente en Puerto Rico, según ha advertido el secretario designado de Salud, Carlos Mellado.
Las otras variantes, hasta ahora identificadas en la isla, son la descubierta en California (CAL.20C) y la otra variante brasilera (P.2), dijo López Casillas.
Se presume, sin embargo, que otras variantes del SARS-CoV-2 podrían estar presentes en la isla, pero no han sido detectadas debido a los limitados esfuerzos verificando la composición genética de las muestras tomadas a los infectados.
Víctor Ramos, presidente del Colegio de Médicos Cirujanos de Puerto Rico, indicó que el alza que se ha registrado, en las últimas semanas, en los contagios de COVID-19 se presume que responde a la propagación de nuevas variantes del coronavirus, a aumentos en la movilidad de las personas y a la llegada de visitantes.
Indicó que los esfuerzos de vigilancia de nuevas variantes de COVID-19 en Puerto Rico han estado un tanto limitados porque no ha llegado el equipo que se necesita para verificar la composición genética de las muestras de los infectados.
“Pensamos que puede ser una variante (la causa del alza en casos). El problema es que el equipo para identificarlas rápido (las variantes) no ha llegado”, dijo Ramos, quien cree que la inmunidad de rebaño no se alcanzará hasta algún momento de agosto o septiembre.
Farmacéuticas como Moderna y Pfizer ya han comenzado a trabajar en vacunas que sirvan como refuerzos para las variantes del virus ya conocidas. Pero es muy probable que surjan más.
Estos escenarios hacen pensar que es probable que las vacunas del COVID-19 sean un tanto periódicas como sucede con las inoculaciones contra enfermedades como la influenza. “Es probable que se necesiten vacunaciones periódicas. Ya Moderna hizo sus refuerzos que deben neutralizar las variantes de Sudáfrica y Brasil”, expresó López Casillas.
La esperanza, sin embargo, es que, a medida que los esfuerzos de vacunación cubran el planeta, el riesgo de nuevas variantes disminuya significativamente. Pero eso va a tardar.
Según el proyecto Our World Data de la Universidad de Oxford, hasta ayer cerca del 4.43% de la población mundial había sido inoculada.