Todos los coronavirus cabrían en una lata de refresco (y sobraría espacio)

De este modo, ¿por dónde empezar a calcular el volumen real del virus, siquiera una cifra orientativa? Afortunadamente tengo algo de experiencia en este tipo de estimaciones aproximadas a gran escala, pues he realizado un gran número de ellas en mi libro The Maths of Life and Death (Los números de la vida).
Entonces, ¿por dónde empezar? Lo que más nos interesaría, en primer lugar, sería calcular el número de partículas de SARS-CoV-2 que hay en el mundo. Y para hacerlo tenemos que saber cuántas personas hay contagiadas. (Aquí daremos por hecho que el principal huésped del virus es el ser humano, y no ningún animal).
El Institute for Health Metrics and Evaluations ha hecho estimaciones a través de modelos estadísticos y epidemiológicos según las cuales el verdadero número de contagios diarios está más próximo a los tres millones.
De todas las personas que en este momento están infectadas, las que se contagiaron ayer contribuirán poco a la suma total. Las que se infectaron hace dos días contribuirán un poco más. Las que lo hicieron hace tres, algo más. De media, los que se infectaron hace seis días son los que tendrán la mayor carga viral. Sin embargo, la aportación irá descendiendo en lo que respecta a los que se contagiaron hace siete, ocho o nueve días. Y así sucesivamente.
Trabajaremos con un valor medio (la media geométrica) de esta horquilla, la cifra de los 10.000 millones. Cuando se suman las aportaciones de las cargas virales de cada una de las tres millones de personas que se infectaron en los días anteriores (y dando por hecho que esta cifra de tres millones se mantiene más o menos constante), obtenemos que hay aproximadamente 2×10¹⁷ o 200.000 billones de partículas del virus en el mundo en cada momento.
Para obtener el volumen de una sola partícula esférica del virus tenemos que usar la fórmula para calcular el volumen de una esfera. Seguro que se trata de una fórmula que todos tenemos en la punta de la lengua:
V = 4 π r³/3
Si multiplicamos este volumen (muy pequeño) por el número de partículas que calculamos antes (muy grande) y lo traducimos a una unidad de valor que entendamos, nos da un resultado de 120 mililitros (ml). Pero si quisiéramos colocar todas estas partículas víricas juntas en un solo lugar tendríamos que tener en cuenta que, al tratarse de esferas, estas no encajan perfectamente entre sí.
Empaquetamiento compacto de esferas
Al final, el volumen total de SARS-CoV-2 en el mundo estaba a medio camino entre las estimaciones a grandes rasgos que hizo mi mujer; entre la cucharita de té y la piscina olímpica. Resulta sorprendente pensar que todos los problemas, las alteraciones, las dificultades y la pérdida de vidas que hemos sufrido a lo largo del último año podrían reducirse a unos pocos tragos de lo que, sin duda, sería la peor bebida de la historia.
Christian Yates, Senior Lecturer in Mathematical Biology, University of Bath
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.