Mi objetivo es comerle la tostada a nuestro competidor ‘Más vale tarde’
La intensa actualidad diaria ha servido para apuntalar la audiencia de ‘Cuatro al día’, el magacine vespertino (17.30 horas) que emite de lunes a viernes Cuatro con Joaquín Prat como presentador. El periodista llegó al espacio para suceder a Carmen Chaparro, quien fue la encargada de iniciar el proyecto hace ahora dos años. A ella, Prat también le dedicó palabras de agradecimiento. «El resto del equipo sigue a día de hoy. Yo estaba acojonado cuando me hicieron el encargo. Ahora puedo decir que ‘Cuatro al día’ es el mejor regalo de mi vida profesional», desvela.
El programa de Mediaset arrancó en febrero de 2019 tras la cancelación abrupta de todas las ediciones de ‘Noticias Cuatro’. En aquel momento, el grupo justificó que la información diaria continuaría en ‘Cuatro al día’, pero la manera de contar las noticias iba a cambiar. «Es una de las apuestas que nos ha dado mejores resultados», defiende con orgullo el consejero delegado de la compañía, Paolo Vasile.
Aquella primera entrega en 2019 se estrenó con un 2,3% de cuota y cerca de 250.000 espectadores: «Y ya estamos en el 6%. No lo digo con vanidad, pero sí con orgullo. Hemos doblado la audiencia», destaca el productor ejecutivo del formato, Juan Serrano.
Y el objetivo, según Prat, es seguir creciendo y «comerle la tostada a ‘Más vale tarde’ (La Sexta)». «El objetivo de ‘Cuatro al día’ es estar cerca de la gente, seguir en la misma línea, pero me gustaría hacer más audiencia y ganar a nuestro más inmediato competidor», se sincera. A Mamen Mendizábal dice que la «adora» y que recibió un mensaje «cariñoso» cuando se puso al frente del programa. «Fuimos compañeros durante seis años en el ‘Hoy por Hoy’ (Cadena SER) de Iñaki Gabilondo. Ahora estamos compitiendo por una franja similar».
LA FRASE:
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- «Nos equivocamos; teníamos que haber dado más ataúdes saliendo del Palacio de Hielo»
La demanda de información por la crisis sanitaria del coronavirus sirvió para que el magacine de Cuatro disparara sus datos de audiencias. En pleno confinamiento, durante el mes de abril de 2020, registró el mejor dato mensual de su historia con una media de 827.000 espectadores y un 6% de ‘share’. La pandemia no impidió que el magacine mantuviera su cita con los espectadores. «Veníamos a trabajar acojonados, como cualquiera que salía de casa para ir a comprar o realizar cualquier actividad regulada en el estado de alarma», señala. «La incertidumbre era constante. Y todavía no éramos conscientes de la avalancha de tragedias que se nos venía encima con tantos fallecimientos», recuerda.
Ahora, reconoce que desde el programa se «equivocaron» no mostrando las imágenes «más duras» que dejaba la pandemia. «Sí, teníamos que haber dado más ataúdes saliendo del Palacio de Hielo. Nos equivocamos. Había que haber mostrado imágenes más duras dentro de unos límites», subraya. Por el espacio también han pasado testimonios de sanitarios, enfermos o familiares de personas afectadas por el Covid, a quienes el programa les ha dado voz. «En ‘Cuatro al día’ he llorado más que en toda mi carrera profesional», admite el madrileño.
Bonitos recuerdos de su padre
A Joaquín Prat le gustaría entrevistar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y al vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. También a Rafa Nadal, entre otros deseados. Por ‘Cuatro al día’ han pasado casi todas las formaciones políticas, menos la de Santiago Abascal. «No hemos tenido la suerte de que nos atienda ningún miembro de Vox. Sí el resto de partidos, pero Vox nunca.
Sigue compaginando su tarea diaria en las tardes de Cuatro con la copresentación de la crónica social en ‘El programa de Ana Rosa’. Al magacine matinal de Telecinco se incorporó en 2009 y, pese a que le han ido surgiendo otros proyectos en la televisión y en la radio, nunca ha abandonado a Ana Rosa Quintana. «Pedí humildemente quedarme en ‘AR’ y seguir tratando temas que disfruto tanto. A Ana Rosa la pareció estupendo», confiesa. «Pero igual me cuesta un divorcio», relata entre risas.
Porque su jornada laboral comienza a las 11:00 y finaliza casi a las 21:00 horas. «Apenas veo a mi familia, pero yo tampoco veía a mi padre y tengo un recuerdo imborrable». De él, precisamente, todavía guarda lecciones que aplica en su rutina. «Era una actitud ante la vida. Nosotros somos personas normales, con los pies en la tierra siempre».
Rememora Joaquín las últimas conversaciones que tuvo con su padre a los 19 años, en los últimos meses antes de que el mítico presentador falleciera. «Yo era un niñato bastante estúpido que tuve que madurar a marchas forzadas. Empezábamos a tener esas conversaciones entre padres e hijo, tras la adolescencia, y me acuerdo muchas veces de cómo afrontaba su día a día», revela.
«Siendo uno de los tíos más populares del país, sabía que nosotros no éramos los protagonistas. Trataba a todos sus compañeros con el mismo respeto y entraba en el estudio saludando a todos los técnicos. Todas esas cosas me enseñó mi padre».