Unos 3.500 militares se han desplegado para paliar los efectos de Filomena
Es ya una imagen habitual: ante cualquier emergencia un grupo de militares con boinas de color amarillo mostaza se pone en primera línea de combate. En su caso, no se trata de acabar con grupos terroristas o fuerzas insurgentes, sino de enfrentarse a los embates de la lluvia, la nieve o el fuego. Son los miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME), posiblemente el cuerpo del Ejército más apreciado por los españoles. Con picos y palas, UME ha vuelto a tomar los pueblos y ciudades más afectados por la borrasca Filomena para facilitar el retorno a la normalidad lo antes posible.
Cinco batallones
Todo el mundo quiere a la Unidad Militar de Emergencias, que cuenta con cinco batallones en Madrid, Zaragoza, Sevilla, Valencia y León, que les permiten llegar los primeros a cualquier emergencia. Estuvieron en los incendios de Canarias del 2007, en el terremoto de Lorca del 2011 o en las inundaciones de Baleares de octubre del 2018. También han participado en misiones internacionales tras grandes tragedias, como los terremotos de Haití, Nepal o Ecuador y los incendios de Chile y Portugal.
Pero su intervención más trágica llegó con la emergencia sanitaria del coronavirus, cuando, junto a otras unidades del Ejército, participaron en la operación Balmis, desinfectaron residencias e infraestructuras críticas, trasladaron pacientes a los hospitales y custodiaron cadáveres. Ahora siguen presentes en la operación Baluarte, la misión de las Fuerzas Armadas para rastrear a los contactos de los pacientes de covid-19.
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